Allá en los noventa emprendí un viaje a la Magdalena Tlatlauquitepec, en Puebla, íbamos llevados de la mano por German Venegas, a visitar su pueblo y su familia. Estaba grabando uno de los primeros documentales que hice para la serie Galería Plástica de Canal 22. Fuimos porque me quería mostrar el origen de su devoción por la madera, y por las formas y la estética de su pueblo. Un largo camino de ida y vuelta donde me platicó de sus tiempos de la escuela, del reventón, de muchas cosas. La mejor memoria es ahora el documental, pero la experiencia y recuerdos personales son aparte. Notable fue visitar a una mujer alfarera que esculpía ollas sin hoyo, o sea no ollas, coronadas con cabezas de burro, o de mujer, a veces bellamente monstruosas, German la admiraba, le compramos varias. También recuerdo unos largos palos de madera. Y una escultura que hizo German para la iglesia del Pueblo, muy tradicional, quizá lo mal recuerdo, pero creo se trataba de un San Martín Caballero.
Y ahora, muchos años después pasé a visitar su exposición en el museo Tamayo. (2019) La vista liga mi memoria. En estas nuevas piezas persiste esa misma línea de trabajo visual de Germán. Yo diría que el principal maestro de Venegas ha sido “el Ahuehuete”, si, estos árboles longevos, inmensos, sabios que sacan de sus entrañas formas inverosímiles y vivientes. Sé que German caza estos árboles, en cuanto se entera de que alguno esta por fallecer, va y lo rescata, les da una nueva vida. Aunque solo especulo, pero el enorme Buda que se presenta en la exposición del Tamayo ha de ser uno de estos sabios Ahuehuetes, y el alma del árbol le dictó a Germán por donde irse. No le resto méritos al artista, no cualquiera saber escuchar los murmullos de la madera.
La agradable sorpresa en esta exposición es que aparte de la madera, también le gusta meterse en la piel de la pintura. Nos planta enfrente un cuadro pintado digamos de manera clásica (El violín y la flauta) y luego, nos muestra las muchas maneras de ver lo mismo. Y para mí, para entender que algo puede ser visto siempre novedosamente es alimento de la vista. Los cuadros, o el cuadro, va cambiando y ahí empieza una travesía, en la introducción de la exposición dicen que es un recorrido por la historia de la pintura, para mí, es un viaje por la historia de la mirada y de la imaginación.
Generalmente, la visión cambia de un pintor a otro, de un cineasta a otro, de una época a otra, lo sensacional de estos cuadros, es que estos cambian frente a nosotros, de Venegas a Venegas, y en el mismo instante. Nos alerta de que nuestra mirada no es única, que lo que vemos, lo podemos ver de muchas maneras, en varios tiempos, en tonalidades distintas, y la referencia es la misma, pero la lectura es diversa. Y esto, es la esencia del arte: la sorpresa y la multiplicidad, y cuando como espectador lo sientes, te metes al precipicio de la imaginación. ¿Dónde está la originalidad? ¿Cuándo un creador de imágenes o universos, pintor, cineasta o escritor está proponiendo una nueva visión? Este es el reto de la creación. Hay quienes fallan, hay quienes aciertan. Germán, le da al clavo. Y cuando lo hace con las mujeres que pinta, hay que sumarle, el erotismo y el suspiro.
Aquí les dejo un fragmento pequeño del video de Germán de los años noventa. Filmado en Puebla, y con su exposición de aquellos años en MARCO Monterrey.